05 enero 2017

APROBADA LA IDEA, FALTA EL DETALLE


"Estamos en un muy buen pie para crear una nueva institucionalidad, más eficiente y eficaz, donde el patrimonio y las artes puedan convivir de una manera armónica e integrada. Ahora pasamos a la etapa de discusión en particular del proyecto de ley en la Comisión de Educación y Cultura, y estamos muy esperanzados en que tal como lo comprometió la Presidenta, sacaremos antes que se acabe el gobierno, el futuro Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio”.  Con esas palabras, ponderadas y optimistas a la vez, el Ministro Ernesto Ottone reaccionó ante la aprobación unánime -36 Senadores a favor, ninguno en contra- de la idea de legislar respecto de la creación de un Ministerio que se ocupe de las tareas de la o las culturas.


Porque lo primero que está pendiente para su discusión en particular es precisamente su nombre. Hay buenas razones para hacer un gesto político y reconocer que Chile es un país multicultural, pero también las hay para sostener que el concepto de cultura abarca los de patrimonio y las artes. A la vez, el sentido práctico indica que -como Macul, Alameda y otras calles rebautizadas- el uso será el de Ministerio de Cultura, tal como Economía no usa sus apéndices "de Fomento y Turismo".


De los interesantes discursos de la Sala del Senado, en la tarde del 4 de enero, se desprende que no existe mayoría clara en ninguno de los dos sentidos. Como si parece haberlo en cuanto a incrementar la descentralización del futuro ente.


El texto del Senador Rabindranath Quinteros "la cultura constituye nuestra forma de vida, lo abarca todo y por lo tanto no puede ser vista de manera sectorial. Es un componente de la vida social de carácter transversal, por eso no es fácil definir una institución pública. A la hora de diseñar la tarea es compleja, porque aquí no se trata de levantar organismos y darle recursos, sino que generar espacios para la participación, de descentralizarse", da una señal respecto de la necesidad de mejorar la estructura regional del proyecto y aclarar cuales serán las atribuciones y jerarquías entre Seremis, directores regionales de servicio como el de Patrimonio y los niveles de decisión que los consejos regionales tendrán para determinar las políticas culturales de su zona. Es verdad que el proyecto de indicación sustitutiva, en su redacción, optó por un método inclusivo, dando a entender que era mejor que algunas de las muchas ramas y organismos incluidos pudieran ser reordenados y hasta transformados en la discusión parlamentaria en particular.


Como ello no ocurrió en el debate de los Diputados, demostrando de paso que no es una buena idea una Comisión de Cultura y que es una mejor determinación la que tomó Ottone de mantener la discusión en la aguerrida Comisión de Educación del Senado, que hizo interesantes aportes resumidos por su Presidente, Ignacio Walker: "Las principales discusiones que se dieron: si era un servicio o un ministerio, este último que pudiera darle una unidad a todas las instituciones en la materia; otra discusión fue si crear una o dos subsecretaria. Y existen tres temas que se deben fortalecer: la denominación del ministerio; la organización de la secretaria del Estado, y el rol del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes". En coherencia con ello, el integrante de la Comisión, Andrés Allamand, reforzó: "quiero detenerme en los tres puntos ya mencionados: el tema del nombre del ministerio no es un asunto menor; con respecto a las dos subsecretarías es un tema que habrá que resolver; y donde veo la mayor complejidad es cómo se encajan los consejos y la sociedad civil en esta estructura ministerial".


El senador Víctor Pérez, que concurrió a la sesión en que se aprobó el proyecto en la Comisión en reemplazo de Ena Von Baer, complementó señalando que "queremos un país que se desarrolle culturalmente y que represente la diversidad, pero me preocupa que esta estructura sea realmente la adecuada. Estamos generando un ministerio vertical con organizaciones horizontales, con dos subsecretarías que pueden ser un exceso, además de la necesidad de conocer cuál será el rol de los gobiernos regionales y cómo se relacionarán entre sí".


El punto del cruce entre los órganos participativos horizontales existentes, que se mantienen, con una estructura ministerial necesariamente vertical será una prueba para las indicaciones que se anunciaron pues de la mayoría de las intervenciones se desprende el ánimo de no perder las instancias de participación logradas por el CNCA, sino, ojalá, incrementarlas a lo menos en el ámbito de la descentralización. "Me preocupa que exista traspaso de competencias a cada uno de los gobiernos regionales, para que cada región sea protagonista de su cultura" añadió el Senador magallánico Carlos Bianchi.

Al Senador Guido Girardi, le parece que "este es uno de los temas en los que debemos hacer una reflexión mayor, ¿para qué queremos una institucionalidad cultural? Me parece que aquí no están explicitados los grandes fundamentos y hacia dónde se quiere ir y entenderse la sociedad chilena. Votaré a favor, pero hay que reflexionar de cómo tiene que ser nuestro futuro". Agregando que más que el futuro de nuestro pasado, le interesa debatir sobre "el futuro de nuestro futuro".


Los senadores Alejandro Navarro y Francisco Chahuan coincidieron en la necesidad de dejar explicitado que la sede del nuevo ministerio debe ser la ciudad de Valparaíso, cuestión que el proyecto considera, a excepción de la subsecretaría del Patrimonio y el servicio que de ella dependerá, que sería Santiago.


En resumen, el gobierno y el Ministro Ottone, se anotaron un triunfo tanto con la aprobación de la idea de legislar como el que ésta haya sido unánime. Además, provocaron un debate de un nivel coherente con el tema en cuestión, dejando en evidencia que la estrategia de ordenar la casa de las diversas instituciones ocupadas de la cultura de ninguna manera cierra la posibilidad de discutir en adelante sobre los porqué de dicho ordenamiento y las características que debiera adquirir la cultura en nuestro aparato estatal, las que inevitablemente deberán considerar la incorporación tanto de actores del mundo privado como público, así como de personas representativas de las diversas culturas que han dado forma a nuestro país.


En adelante, el diálogo entre la presentación de indicaciones parlamentarias y el prudente manejo de las urgencias por parte del Ejecutivo, podría llevar a que el segundo semestre de 2017 pueda promulgarse la ley que crea, en Chile, el primer Ministerio de Cultura(s) de su historia.

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