15 enero 2015

¿QUÉ SE PREMIA CUANDO FONDART BENEFICIA A CORPARTES?


Una discutida decisión del jurado de FONDART respecto del apoyo a espacios culturales, permite reflexionar sobre dicho concurso -que completa 25 años el 2015- y sobre el hecho de que recursos públicos, asignados por pares, vayan a reforzar el trabajo de un conglomerado empresarial que, curiosamente, también cumple 25 años trabajando con las artes: la fundación Corp Group Centro Cultural, nació también en 1990, en Caracas, Venezuela. 

Hasta ahora, el centro cultural santiaguino del grupo, identificado algunas veces como CA660 y otras como Corpartes, ha destacado principalmente por sus muestras plásticas como una sólida exposición de Miró con excelentes programas de visitas guiadas para todas las edades y la exhibición permanente de la obra de Roberto Matta Être Atout, cinco telas de gran formato creadas en 1960, con una superficie total de 100 metros cuadrados y una altura de 4,15 metros. Impactantes, pero nada muy nuevo.
Se presume que la mayor novedad vendrá de la sala de teatro - rehecha sucesivamente hasta la satisfacción de los mandantes- y sus programas musicales y de artes escénicas. Hasta ahora, su escenario ha tenido ocupaciones variadas, diversas y sin arrojar una línea curatorial clara, destacando una función de la Orquesta de Dresden y algunas sociedades con Teatro a Mil. Ha recibido malas críticas por las presentaciones bajas en audiencias de la Orquesta Sinfónica y por la confusión de su publicidad.
Con esos antecedentes llega hasta el jurado de FONDART, solicitando apoyo a su programa de divulgación justificado por ellos de esta manera: "Se ha aprobado un proyecto extraordinario que nos permitirá ofrecer recorridos educativos y talleres especialmente diseñados para cada exposición que se organice en este periodo (3 años). Esto va en la línea de lo que como fundación nos hemos propuesto. Gracias al aporte privado fuimos capaces, durante el segundo semestre del 2014, de convocar a más de 25.000 niños a los más de 600 recorridos educativos y 300 talleres. Más del 59% provenía de colegios particulares subvencionados y municipales".
La pregunta es si los aportes privados cesaron o se estima -jurado y postulantes- que acercar al arte a "colegios particulares subvencionados y municipales" es tarea de los recursos de todos los chilenos.
Lo primero es cuestión de vigilarlo en el tiempo, lo segundo es conceptualmente cierto, sobre todo si se considera el esfuerzo que el país está haciendo tanto en la reforma educacional como en la medida 34 del programa cultural de Gobierno de Michelle Bachelet que contempla la edificación de una red de 15 Centros de Creación Artística. Adicionalmente, el estado traspasa anualmente recursos al Museo Interactivo Mirador solicitando a cambio la certificación de visitas de estudiantes de bajos recursos.
Es necesario agregar que este fondo concursable no es el primer aporte publico que recibe este centro cultural, ya fue beneficiado a través de la Ley de Donaciones Culturales para la mencionada exposición Joan Miró, la Fuerza de la Materia.

Ahora, ¿qué revela del FONDART y su necesario perfeccionamiento esta situación?
Lo primero, que no es nuevo, su proverbial incapacidad de comunicar adecuadamente sus logros, que son muchos. Este año, por ejemplo, el Fondo del Libro logró aplicar el concepto de la evaluación ciega, esto es, sin que el jurado pueda conocer la identidad de los participantes. 
Quizás, a partir del caso que nos preocupa, los fondos concursables debieran aplicar el concepto inverso, es decir, la capacidad de evaluación -que sin duda ahora no la tiene- de las características de los espacios postulantes como por ejemplo su ubicación, su facilidad de acceso, su gestión. Y sobretodo su estabilidad en el tiempo y la misión. 
Con este rasero, es muy posible que un centro cultural ubicado en un barrio bancario de la capital, que languidece después que cierran las oficinas del llamado Sanhattan, que carece de estacionamientos propios y los "prestados" implican descender hasta un -5 que es el nivel que tiene ascensores que se conectan con el teatro (No existen estacionamiento propios, pero en Rosario Norte #407 es posible estacionar con un 25% de descuento de lunes a viernes, señala su web), cuyos máximos ejecutivos comparten oficinas con las cabezas de un banco, cuya programación es vacilante y su destacable permanencia en el apoyo a las artes ha sido inconstante, no habría logrado un puntaje superior a otros espacios que requieren con mayor urgencia del aporte público.
En definitiva, el nuevo FONDART debiera incorporar como variables a evaluar indicadores de ubicación de los espacios, gestión, permanencia en el tiempo y por qué no, la capacidad de sus ejecutivos de acceder a otras fuentes de financiamiento privadas.
Necesario cuando la realidad nos está mostrando que conseguir dinero de las empresas es una de las canchas más desiguales de nuestro país. 
Y no es necesario ser Piketty para advertirlo.

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