05 septiembre 2014

ANTI-SITIOS WEB: "¡ADELANTE CON LOS FAROLES!"

Con esas palabras, Nicanor Parra dio, en 2005, el vamos al concurso de creación de páginas web o anti-sitios al que convocó Clara Budnik, desde su ejecutivo trono de la Biblioteca Nacional. La respuesta: se crearon más de 300 anti-sitios de los que 53 postularon, desde Calama, Lolol, Santiago o Tomé, para recibir los sólidos equipos con que empresas vinculadas a la nada poética electrónica agasajaron a los ganadores.

Todo, merced a la más que generosa donación de la Fundación de Bill y Melinda Gates que hace ya algún tiempo hizo posible a la Dirección de Bibliotecas chilena instalar computadores junto a los anaqueles de las bibliotecas públicas del país, desde Visviri a Puerto Williams, con antena satelital incluida.

Pero, estos peligrosos aparatos que permiten a los pescadores de Melinka saber del precio del kilo de merluza española en los mercados europeos y regular así el volumen de su propia captura, no venían solos. Traen en su vientre la riesgosa capacidad de crear páginas web. Es decir, no sólo de recibir inconmensurable información desde la aldea global, sino de producirla y ponerla al alcance del mundo.

De esa perversión nació la idea de convocar a los jóvenes chilenos a homenajear a Nicanor. Y qué mejor que hacerlo a través de un anti-sitio público en biblioredes.cl El propio anti poeta podrá verlas en la biblioteca de Las Cruces, que cuenta con servicio de Internet.

Conste que estamos hablando de y en Chile 2005, no son sueños de Bicentenario ni promesas de campaña, sino ejemplos de un concepto que se hace cada vez más fuerte en nuestro obstinado mundo cultural: la complementación necesaria entre vanguardia y patrimonio; la conciencia de que conservar no es antónimo de progresar; que una biblioteca puede ser cibernética o que la centenaria Estación Mapocho, monumento y patrimonio nacional transformado en centro cultural, puede acoger espléndidamente una reggaeton o la electrónica Southfest.

En esta atmósfera, no debiera extrañarnos las multitudes del Día del Patrimonio o las voces crecientes que piden acceso a subsidios públicos para que los propietarios de edificios declarados como monumentos nacionales puedan invertir en ellos y la conciencia de legisladores como el Senador Gabriel Valdés de que debe modificarse la añosa ley del Consejo de Monumentos Nacionales.

Extrañamente, un exceso de modernidad como podría ser catalogada la presencia de la computación en las bibliotecas públicas es lo que nos lleva a reflexionar en cómo revalorizar nuestro patrimonio y comenzar, como país, a preocuparnos de darle nueva energía, llenándolo de vanguardia. Basta visitar la notable página de la Corporación del Patrimonio Cultural, animada por la incansable Cecilia García Huidobro y premiada por el World Summit Award de Naciones Unidas (www.nuestro.cl ), para demostrar la absoluta compatibilidad entre cueca tradicional urbana y computación. O pensar en la obvia complementación entre Ciudad Patrimonio de la Humanidad y Polo Tecnológico, como acaba de verse en Valparaíso.

Fui honrado con la misión de ser jurado del anti concurso. Lo disfruté y aprendí muchísimo. Entre otras cosas, que crear un sitio en internet no es incompatible con el contenido local. Para muestra, recomiendo el notable trabajo de Pamela Vega, Valeria Ramírez y Vicente Gómez, ciudadanos de Lolol  o de Cristián Paredes, joven de Calama, que nos recuerdan poéticamente el valor universal de nuestra localidad, ya descubierto por lo demás por don Quijote de La Mancha cuando afirma que “mas sabe el necio en su casa que el cuerdo en la ajena”.

Además, para acompañarse del antipoeta estos días invernales, no se pierda el sitio ganador, nacido en la metropolitana Providencia de las teclas inspiradas por mano de Roxana Muñoz, quién sin duda estaba con los faroles encendidos a giorno. Su nombre lo dice todo: parraguazo y punto (cl, por supuesto).

Publicado en junio de 2005 en revista Siete + siete.

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