18 diciembre 2013

CONSUMIDORES OMNÍVOROS Y CENTROS CULTURALES



Parece existir una correlación entre el consumidor omnívoro de cultura -recientemente detectado por encuestas- y la emergencia en el país de centros culturales multi propósito, a contar de los 90, cuando se inauguró el Centro Cultural Estación Mapocho. Su característica es ofrecer programaciones diversas de manera simultánea (libros, música, artes visuales, teatro), recibir grandes cantidades de público (este año el CCEM superó el millón de visitas con un promedio histórico de 800 mil) y realiza esfuerzos por fidelizar audiencias a través de los Observatorios de Público y otras argucias…

Como decanos de los centros culturales en Chile, en el Centro Cultural Estación Mapocho se sienten co responsables de este personaje recientemente descubierto y que probablemente forma parte de ese 83,6% de público fidelizado por el espacio, según las cifras de su balance 2013.

Desde su Directorio, que se ha esmerado en orientar a compartir espacios, lo que se hace uniformando los horarios de las actividades de modo tal que los visitantes de una feria o un festival puedan disfrutar gratuitamente de las salas de artes y viceversa, hasta los programadores de las tres salas de artes visuales (Lily Garafulic, Salón Bicentenario y Sala de fotografía Joaquín Edwards Bello) y las salas artes escénicas: Ana González, Tennyson Ferrada, Isidora Aguirre y Raúl Ruiz, todos empujan hacia una meta común: "que quién ingresa al Centro Cultural salga un poco más culto que cuando entró".

No es extraño entonces encontrarse con Dinosaurios Animatronics  –que ayudan a la entretención familiar y al permanente autofinanciamiento del espacio- que conviven plácidamente con exposiciones de fotografía y de artistas plásticos emergentes, mientras en otras salas residen compañías de teatro o danza.

En un entorno arquitectónico y patrimonial que no parece ser hostil al “omnivorismo”, sino por el contrario, estimulante a conocer las ofertas de creadores jovenes que se presentan en un monumento nacional, receintemente engalanado con una nueva señalización y sendos ascensores para acceder a su cuatro niveles.

Es lo que Chile y la cultura iberoamericana toda ofrecerán a la Cumbre de la Cultura y las Artes, que por primera vez se hará en un país cuyo idioma es el castellano. No sólo un entorno patrimonial, sino un espacio lleno de audiencias que -en sus salas permanentes de teatro y artes visuales- convivirán esta vez con los casi quinientos delegados de todo el mundo.

Una experiencia para no perdersela.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario