27 noviembre 2013

MINISTERIO DE CULTURA: ¿TRIUNFO DE LA U. DE CHILE?

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Desde la independencia, la historia de nuestro desarrollo cultural, tiene dos grandes protagonistas -la Universidad de Chile y la DIBAM- que se han mantenido en el tiempo dándose la mano, o las espaldas, como ocurre con el MAC y el Museo de Bellas Artes. La una, el territorio de la diversidad y el pensamiento; la otra, el espacio de la verticalidad y la conservación. Las más de las veces competían mientras una se encargaba de la formación de los creadores y la difusión de las artes, la otra, mantenía museos y bibliotecas. Como veremos, la abrumadora mayoría de las instituciones culturales chilenas relevantes está relacionada con alguna de estas dos cumbres de la cultura nacional, a partir de 1929, cuando un Decreto con Fuerza de Ley del General Ibáñez creó la DIBAM.

En 1947 se produce el nacimiento de la Editorial Jurídica, que tiene entre sus dos fundadores, a la Escuela de Derecho de la U. de Chile, co-responsable de la publicación de los Códigos de la República; corporación de derecho público que acaba de tener un triste final derivado de las modificaciones en su financiamiento que introdujo la dictadura y una deficitaria administración en democracia. Sus fondos editoriales quedaron en manos de la Facultad de Derecho, a la espera de un deseable feliz matrimonio con la alicaída Editorial Universitaria.

El mismo año 47, la U. crea el Museo de Arte Contemporáneo, entonces en la Quinta Normal. Otro hito cultural, la aparición en Chile de la TV, a inicios de los sesentas, tiene entre sus canales originales al Canal 11 de la U. de Chile. No se registran editoriales ni canales de TV vinculados a la DIBAM, que sustenta una dependencia jerárquica del gobierno central, a través del Ministerio de Educación.

Con la dictadura, que fragmentó a la universidad en un conjunto de universidades regionales, se esperaba que su impacto cultural decreciera. Y así fue en un comienzo. Lentamente recobró influencia, reforzando sus elencos estables dependientes del CEAC -creado en 1987- que reciben un aporte del gobierno central equivalente al del Teatro Municipal o al Museo Interactivo Mirador (según Presupuesto Nacional 2012).

A partir de 1990, expandió su alcance con diversas iniciativas en regiones -Los Lagos, por ejemplo- incorporándose como socia fundadora de la Corporación Cultural de la Estación Mapocho y, más recientemente, de la corporación que gestiona el GAM, donde mantiene una sala de exhibiciones del Museo de Arte Popular Americano de la Facultad de Artes y perdió "por poco" la posibilidad de que su sala principal albergara a la Orquesta Sinfónica como elenco residente. Las nuevas autoridades del 2010 optaron por suspender su construcción, en un gesto incomprensible que sólo el reciente incendio del Teatro Municipal ha puesto en evidencia en su real magnitud. Sin embargo, es esperable que el retorno de la Presidenta Bachelet al gobierno reponga el proyecto en sus términos originales, con una presencia más cómoda de la U.

El reflejo institucional de la situación a que había reducido la dictadura a la Universidad de Chile aconteció en 2003, durante el gobierno de quién fuera su Secretario General, el Presidente Lagos, con la creación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. El Consejo asumió la misión de desarrollar las artes, manteniendo en las aulas la formación de creadores y artistas, a la que la U. agregó, la de gestores culturales, hoy a nivel de magíster. Académicos de excelencia de la U. y otras universidades han formado parte del Directorio Nacional del CNCA,

Pareció entonces que, con dos servicios públicos relacionados con el Presidente de la República a través de un mismo órgano: el Ministerio de Educación, las duplicidades y rivalidades entre la U y la DIBAM cesarían. Sin embargo, no fue así y sucesivas autoridades de la DIBAM se resistieron a ser coordinadas con el CNCA. Hasta que la cuestión dijo basta y el gobierno del Presidente Piñera que buscaba caracterizarse por la calidad de su gestión, resolvió, sin alerta previa en su Programa, asumir la tarea de crear un Ministerio de Cultura.

Los primeros escarceos fueron fatales. La autoridad pensó que aplicando argumentos como "duplicidad, des-coordinación y eficacia", el mundo de la cultura respaldaría su iniciativa. No sólo no fue así sino que surgieron amargos requiebros de que no habían sido consultados. El fracaso inicial llevó a que el entonces Ministro Presidente del CNCA se fuera sin nada que mostrar en este terreno.

Quiso la fortuna que el nuevo Ministro entendiera que si bien la figura ministerial era necesaria, nada podría lograrse sin convencer a los actores artísticos, culturales, políticos y parlamentarios. De esta forma, llegó al meollo del asunto: solucionar por fin la dualidad histórica entre las artes y el ahora llamado patrimonio (palabra que no existe en el decreto con fuerza de ley que creó la DIBAM), cuestión imposible sin que uno de los dos modelos de gestión asumiera una preeminencia legal.

Roberto Ampuero optó por aplicar la estructura participativa y concejil del CNCA al nuevo ministerio, con lo que ganó la simpatía de quienes defendían el concepto de un Consejo que asigna los dineros públicos en cultura y determina las políticas culturales. Éste, según el estado actual del proyecto, sería vinculante con ambos organismos, creándose además un Fondo de Patrimonio igualmente gobernado por un ente colegiado, participativo y plural.

Despejado el temor de que el nuevo ministerio pretendiera destruir la institucionalidad heredada del gobierno de Lagos, el proyecto enderezó rumbo y asumió el tiempo necesario para escuchar todas las opiniones. Será entonces el próximo gobierno quién promulgue un Ministerio, cuya iniciativa nació en el mandato que termina, que tuvo el acierto de poner al timón, en el minuto final, a un capitán que sabe escuchar y sacar cuentas, políticas y culturales.

De este modo, los vientos de la investigación, la docencia y el pensamiento, que provienen de la academia podrán llegar, vía órganos colegiados, a museos, archivos y bibliotecas acostumbrados a la obediencia vertical a las politicas del gobernante de turno. Tal vez no serán de la magnitud de los vientos porteños que agradan al Ministro Ampuero, pero sí las brisas persistentes y selectas que muestra la Universidad de Chile en los ámbitos que le restan en la institucionalidad previa al CNCA, como el Jurado de los Premios Nacionales.

Una vez más, la U. de Chile -establecida por Andrés Bello, catorce años antes que se construyera el primer Teatro Municipal y 86 antes que se creara la DIBAM- muestra que más sabe el diablo por viejo que por diablo.

Veremos si gracias a esta madrugada histórica, le amanece más temprano.

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