08 junio 2012

PARRA DEBE SER PREMIO, NO SÓLO PREMIADO

Gabriela Mistral llega a la Estación Mapocho, después del Nobel 
Querellarse en contra de quienes le infligieron el Premio Pablo Neruda es poco castigo de parte de Nicanor Parra, sólo que adolece de poca originalidad. No hay político y ciudadano común que se sienta tocado injustamente a través de la prensa que no profiera la misma -ya inocua- amenaza. Siendo comprensivo con el Jurado ofensor, cabe atenuar su actitud con la existencia de un escenario imposible: hay un poeta mayor que no ha recibido el premio identificado con otro poeta mayor del mismo país que lo otorga, en vísperas de que el impremiado posiblemente reciba el Premio Nobel que otra poeta mayor recibió antes que el Premio Nacional del país -"de poetas"- que tuvo a bien engendrar estos tres colosos. Es decir, el reciente, es un premio más diplomático que literario, más culposo que espontáneo.


Pero, como en toda circunstancia, poética o no, es posible "convertir el revés en victoria".
Lo ocurrido deja en evidencia que a pesar de llevar 70 años dando premios nacionales y completando este 2012 los trescientos galardonados, Chile no se ha dotado de una política de premios, aunque sí de estímulos tributarios. Signo de los tiempos.

El Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda es uno de los galardones más recientes y quizás de los mejor concebidos, dado que es decidido por poetas y la autoridad política sólo actúa como vocero del mismo. Rol que el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, su creador, ha pedido insistentemente que se traslade a los premios nacionales en los cuales el Ministro de Educación tiene voto en todas sus disímiles categorías, al igual que el Rector de la Universidad de Chile, estableciéndose de entrada un dúo -de cinco- que bien podría cambiarse por un conjunto de expertos en cada una de sus áreas, que le darían más aire al galardón.

Adicionalmente, el CNCA ha solicitado estar representado en aquellos premios nacionales vinculados a las artes, reforma de toda lógica que debiera considerar una próxima administración, junto al hecho de que la autoridad ministerial que presida el jurado sólo actúe como vocero y dirimidor de eventuales empates.

También sería aconsejable que esta política de premios considere la creación de algunos nuevos galardones, como los de arquitectura o medicina que intentan posesionar las respectivas agrupaciones gremiales, y retorne al premio de literatura a la anualidad original, tan merecida por la generosa producción de poetas y narradores, que debiéramos seguir estimulando.

En esa misma línea, cabe reforzar los galardones a figuras nacionales y extranjeras que contemplan las dos órdenes al mérito del sector educativo y cultural: la tradicional Orden Gabriela Mistral y la más reciente Orden Pablo Neruda, instituida por el Consejo Nacional de la Cultura, a poco de su creación.
Si queremos roncar en grande en el terreno internacional e incursionar en serio (o casi) en la diplomacia cultural deberíamos crear el Premio Internacional Nicanor Parra a la Anti-Poesía, reconociendo a notables seguidores de nuestro vate en esa especialidad original, que se asocia necesariamente a Chile. Para el Jurado, disponemos de literatos nacionales en muchísimas universidades del mundo y para estimular a los postulantes, debiéramos contar con nuestras representaciones diplomáticas y la creciente presencia nacional en ferias de arte y literatura del mundo.

Así como nuestra original figura de Consejo de la Cultura ha permitido descollar en el continente, incluso sosteniendo a nivel local la popularidad de un Ministro que, por la vía de políticas de continuidad y no enfrentamiento de las políticas de sus antecesores, aparece con una popularidad tal que lo catapulta como candidato en posibles lides parlamentarias.

Especulaciones. Tal como aquella que sostiene que Parra ganaría el Nobel. A pesar de algunos sacristanes que piensan que el máximo galardón de la literatura universal se obtiene sumando tardíamente presidentes, rectores y seminarios.

Lo que allí se valora prioritariamente es la calidad creativa. Más que las horas/discurso.
Como aquello no depende de nosotros, avancemos en lo que podemos: la creación del premio de Anti Poesía.

Antes de se que sepa lo del Nobel. 
Para no llegar atrasados, una vez más.
Para que no aparezca como revancha del picado, premio de consuelo o dieciocho chico.
De esa manera, sí o sí, Nicanor será premio.
Y muy merecido.

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