06 marzo 2008

VIENTO BLANCO, AIRE FRESCO

Hace muy bien la periodista Maureen Lenon en El Mercurio del 6 de marzo en ilustrar su Crónica sobre el estreno de la Ópera VIENTO BLANCO en el Teatro Municipal con una foto de la platea. Es adecuado ilustrar este esfuerzo del Teatro con lo que allí ocurre con la audiencia.
Porque hemos podido apreciar público nuevo en la ópera y eso sí que es noticia y grande.
Más allá de la propia obra de Sebastián Errázuriz que va "de menos a más" y que sin duda requiere de ajustes, se estrenó con Viento Blanco una audiencia que debe seguirse trabajando.
Neruda respondió a un diplomático extranjero que le preguntaba sobre cuándo tendríamos buen cine chileno: "Tendremos buen cine chileno cuando tengamos mal cine chileno". Es decir, cuando haya mucho cine chileno.
Es lo mismo que debiera acontecer con la ópera. Tendremos buena ópera chilena cuando tengamos tambien regular ópera, o mala ópera, pero sin duda, mucha ópera.
Y eso se logra cuando se actúa sobre todos los factores que influyen en el desarrollo cultural: los creadores, los gestores y las audiencias.
Es lo ocurre con la obra en comento: el sector privado apoyó a los creadores; el Fondo de la Música aportó al guión; cabezas de entes públicos como el Consejo de la Cultura, el Teatro Municipal y el Municipio de Santiago se confundían en la platea expresando su respaldo a la iniciativa y muchos, muchos jóvenes repletaban, fotografiaban incluso algo desenfadadamente a los cantantes y aplaudieron con expresiones dignas de su generación.
Además, el escenario fundía a cantantes de gran trayectoria como Carmen Luisa Letelier con principiantes de un entusiasmo digno de reclutas voluntarios.
Esta vez hubo de todo: sólidos coros y orquesta; vacilantes diálogos; sorpresivos garabatos en el texto; cariño desbordante del público.
Lo mejor fue que se respiraba un aire fresco de inició de temporada y no sólo porque estabamos en marzo, sino porque se intuía que de esta tragedia que aún está palpitando en la memoria nacional se ha construído arte y con este arte se está construyendo caminos nuevos para la formación de públicos, intérpretes y autores para la ópera nacional.
Si le agregamos que hay en avance la implementación de nuevas salas bien equipadas para esta disciplina, como por ejemplo la del Centro Cultural Gabriela Mistral, podemos estar optimistas, aunque no satisfechos.
La tarea recién comienza, sólo pensemos cuantos años tomó al teatro poder tener en las calles de Santiago a espectáculos masivos como la Muñeca Gigante.

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