14 abril 2007

ACCESO Y CONSUMO CULTURAL

Uno de los énfasis de la gestión del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes tiene entre sus prioridades facilitar a la ciudadanía el acceso a los bienes culturales. Este panel abordará este desafío analizando diversas variables relacionadas, como la gratuidad de las actividades artísticas, la infraestructura cultural y las políticas de acceso, difusión y circulación de los bienes culturales.

Para poder facilitar a la ciudadanía el acceso a los bienes culturales, el desarrollo cultural de un país requiere de tres elementos básicos, según señala Darío Jaramillo, Subgerente cultural, Banco de la República, Colombia y poeta: “confianza, continuidad y autonomía”.
La tendencia universal mayoritaria en este aspecto es a crear organismos culturales estables, participativos con fuerte orientación a la autonomía, generadores y depositarios de confianza pública como son, los Consejos de las Artes, a nivel nacional o las corporaciones y fundaciones de derecho privado sin fines de lucro, a niveles específicos.

Chile, desde 1990, ha creado sólo organismos culturales gubernamentales participativos, estables, potencialmente confiables y con importantes espacios de autonomía como el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y sus consejos sectoriales. El Presidente Ricardo Lagos, en agosto 2003 señaló que: “A diferencia de todos los demás ministros que son nombrados por el Presidente y aplican la política dictada por el Presidente, este Ministro es nombrado por el Presidente pero aplica la política fijada por el Directorio”

A partir estos tres conceptos, abordaré los aspectos de la Convocatoria:

1. La gratuidad de las actividades artísticas atenta contra la Continuidad, Estabilidad y Confianza de las organizaciones culturales

“Si se quiere que el arte llegue gratuitamente al público, esto quiere decir que se afirma la obligación de todos los ciudadanos de pagar impuestos para sostener a los artistas y creadores, sin que se resuelva el problema de la independencia de la cultura, amenazada según distintas perspectivas por el mercado mismo o por el Estado, que usa el apoyo a la cultura para legitimarse y para legitimar sus políticas, o por las empresas privadas que a través de sus actos de mecenazgo exhiben su generosidad, orientan el arte para debilitar su espíritu crítico o cubren los rasgos negativos que pueden afectar sus marcas” [1]

Afortunadamente, existen antídotos a la gratuidad. Muchas veces las autoridades o empresas recurren a la oferta de manifestaciones gratuitas para agradar a sus posibles electores o clientes, sin reparar si lo hacen en lugares adecuados (por ejemplo, plazas públicas) y si éstas se podrán reproducir regularmente para crear hábitos culturales
En los espectáculos sin costo, para que sean de utilidad para desarrollar audiencias, debe explicitarse que la cultura tiene un costo y quién lo está asumiendo en cada caso.
Los mecanismos para ello son variados:
– Convenios con organizaciones de vecinos, de padres y apoderados, de enfermos del psiquiátrico, colegios, escuelas, cursos especializados en el tema de la muestra…
– Definición de reducciones ocasionales de precio, por ejemplo, los jueves sin costo para las mujeres en la Feria del Libro, gratuidad para abuelos que van con sus nietos, entrada libre hasta los doce años…
– Establecer el retiro previo de invitaciones limitadas –dos por persona en “Lo mejor de Teatro Municipal” y ahora el MET- con anticipación al horario de la función
– Establecimiento de precios diferenciados. Por ejemplo “Dalí 2005” tenía precio para Público General ($ 2.500), para adultos mayores y estudiantes ($1.500), para Convenios ($ 500) y para organizaciones sociales calificadas ($ 0)

Las audiencias están vinculadas al desarrollo cultural y como decíamos al comienzo, “el desarrollo cultural requiere de confianza, continuidad y autonomía Estos tres elementos son indispensables para desarrollar políticas culturales, en general no son considerados en sus políticas culturales por organismos gubernamentales como ministerios, direcciones, servicios públicos o municipios ya que sus autoridades cambian con la autoridad política, no hay continuidad; dependen de presupuestos anuales aprobados por instancias políticas, no hay autonomía, y están entregadas a entidades o funcionarios no especializados en gestión cultural, no hay confianza en sus gestores”. [2] La pregunta es ¿son ellos los más indicados para asumir la tarea de desarrollar audiencias?

Con la constitución del Directorio Nacional del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, se ha buscado confianza: en su designación intervienen entidades de gran prestigio como el colectivo de los premios nacionales; el Consejo de Rectores; las universidades privadas; el Senado, y el Presidente de la República, pero no pueden ser removidos por éste; se ha buscado autonomía: la ley le entrega patrimonio propio y un Presidente del Directorio con rango de Ministro con el objeto de discutir directamente su presupuesto, y se ha buscado continuidad: los ocho de once miembros provenientes de la sociedad civil duran cuatro años en su cargo, son reelegibles por un período más y provienen de la propuesta de organismos de la sociedad civil.

En este esquema la sociedad civil participa a través de organizaciones culturales en la generación de los organismos participativos y descentralizados del Consejo a nivel nacional y regional. Participa, por la vía de los integrantes de los consejos sectoriales: Libro y lectura, Música y Audiovisual; del CNTV; las escuelas artísticas, y el Comité de Donaciones Culturales. Derivado de éstos, participa con evaluadores, jurados y comisiones técnicas, en los concursos de los diferentes fondos concursables.

Indirectamente, la sociedad civil participa mediante el pago de taquilla en espectáculos escénicos y exposiciones; la adquisición de productos culturales: libros y revistas; fonogramas; audiovisuales; la entrega de información de sus intereses o consumo cultural a través de encuestas y estudios; la presencia en medios de comunicación a través de cartas, entrevistas, secciones de defensa del consumidor; tiene intervención en medios tradicionales como los libro de consultas y reclamos y electrónicos de los propios espacios culturales, y en actividades que, por su ubicación, aportan a la cultura como ferias comerciales; rutas del vino; turismo cultural; restaurantes, cafeterías y estacionamientos de los espacios culturales.

La gratuidad no es necesariamente participación. Muchas veces las autoridades o empresas recurren a la oferta de manifestaciones gratuitas para agradar a sus posibles electores o clientes, sin reparar si lo hacen en lugares adecuados por ejemplo, en plazas públicas y si éstas se podrán reproducir regularmente para crear hábitos culturales. Los antídotos a la gratuidad, en los espectáculos sin costo, para que sean de utilidad para desarrollar audiencias, deben explicitarse que la cultura tiene un costo y quién lo está asumiendo en cada caso. Los mecanismos para ello son variados como los convenios con organizaciones de vecinos, de padres y apoderados, de enfermos del psiquiátrico, colegios, escuelas, cursos especializados en el tema de la muestra… la definición de reducciones ocasionales de precio, por ejemplo, los jueves sin costo para las mujeres, gratuidad para abuelos que van con sus nietos, entrada libre hasta los doce año; establecer el retiro previo de invitaciones limitadas –dos por persona- con anticipación al horario de la función; establecimiento de precios diferenciados.[3]

Las instituciones que más colaboran al desarrollo de audiencias son las corporaciones y centros culturales. La tendencia universal es crear organismos estables, participativos con fuerte orientación a la autonomía, generadores y depositarios de confianza pública como son, por ejemplo, las corporaciones y fundaciones de derecho privado sin fines de lucro.

Las organizaciones culturales que más se acercan a los requisitos de confianza, autonomía y estabilidad son las fundaciones y corporaciones sin fines de lucro. Éstas suelen constituirse con la misión de gestionar, administrar, conservar y mantener centros culturales y en tanto son espacios multiculturales, es posible convocar a ellos, desde una gran diversidad de manifestaciones y actividades, a diversos tipos de público. Esa variedad de audiencias, permite conocerlas, compararlas, estudiarlas, fidelizarlas.

Los centros culturales suelen crearse como consecuencia de la existencia de un público o audiencia, sea ésta potencial o existente. Por ejemplo, la Biblioteca de Santiago o el nuevo Teatro Regional del Maule. Últimamente se ha conceptualizado su trabajo como “fábricas de productos culturales”[4]. Se agrupan en redes[5]. La forma de conocer y ratificar esta potencialidad o realidad de las audiencias es a través de un plan de gestión que es resultado de la interacción de los tres componentes del desarrollo cultural: sociedad civil, sector privado y sector público. De él se deriva una programación que a su vez está instituida por su misión; vinculada a las políticas culturales del país; influida por la realidad del mercado; condicionada por las audiencias a las que se desea llegar, y asociada a la formación de gestores culturales.

La presencia de una gran diversidad de audiencias en un centro cultural permite y facilita su estudio. Los estudios de audiencia sirven para gestionar adecuadamente un centro cultural. Para realizarlos se requiere de instrumentos científicos como encuestas, focus group, entrevistas, investigaciones, análisis de prensa. Se requiere además de personal capacitado como guías, guardias, boleteros, o controles que reporte periódicamente al Observatorio del Público.

Una manera de estimular la creación de audiencias es la existencia de fondos concursables en los que para su aprobación se considere la certificación de audiencias. Su objetivo será incrementar y fortalecer las organizaciones de la sociedad civil y dar mayor libertad para el desarrollo de la cultura y las artes.

Las características positivas de estos fondos son variadas. Se asegura el desarrollo cultural autónomo de la sociedad, basado en la combinación de los factores Estado, ciudadanos y mercado con cobertura a niveles central, regional y local; a tres, cuatro o cinco años plazo. Se acrecienta la autonomía de la sociedad civil. Se asegura la estabilidad de las políticas culturales más allá de gobiernos.
Se mejora la calidad de la producción cultural al introducir el control del destinatario, el público, por la vía del desarrollo de audiencias. Se incorpora el factor hábitos en el consumo cultural versus el consumo impulsivo o eventual. Se dota a la sociedad de organizaciones profesionales del desarrollo y la gestión cultural. Se favorece a los creadores e intérpretes al liberarlos de las tareas administrativas y financieras, ajenas a su quehacer artístico. Se cuenta con un activo de organizaciones confiables para fomentar el desarrollo cultural a nivel local, regional e internacional. Se estimula el trabajo de desarrollo de audiencias para cada una de las organizaciones culturales intermedias. Se establece un mecanismo de participación de la ciudadanía en el desarrollo cultural. Permite transparentar y objetivar la asignación de recursos públicos para la cultura vinculándolos a las audiencias. Evita la tentación de traspasar al Estado todo lo que no funciona. Reduce la presión por subvenciones rescate de iniciativas frustradas.
Permite planes a largo plazo, en la medida que se apoya instituciones y no personas. Favorece el desarrollo de infraestructura cultural al tener públicos estables y fidelizados.[6]

En resumen, la incorporación del desarrollo de audiencias en la formación y programación de centros culturales está estrechamente vinculada a las políticas culturales vigentes; una correcta lectura del mercado, y una activa política de creación, desarrollo y medición de las audiencias de cada centro cultural. La que se vería muy favorecida por fondos públicos, concursables o no, que estimulen y consideren la participación de las audiencias en su asignación.


2. Infraestructura cultural.
“Descubriendo un memorando en el que Claudio Gay pide fondos al Estado para fabricar estantes que le permitan conservar y clasificar los objetos que ha recolectado al realizar el primer inventario de las riquezas de la república naciente, ese me ha planteado la siguiente asociación: no hay Estado sin estantería. En concreto, no hay memoria del arte sin edificación de un dispositivo de recolección y conservación de las fuentes”. [7]

La Comisión Presidencial de Infraestructura Cultural fue definida así por su creador: “El Programa Nacional de Infraestructura Cultural pretende ser un modelo de gestión y administración de la cultura, que abrirá el camino a muchos otros proyectos que pondrán a la cultura como tema prioritario del desarrollo local, regional y nacional”. [8] Con este propósito, el Presidente Lagos convocó en La Moneda a una mezcla novedosa de autoridades de ministerios con cartera es decir, con recursos cuantiosos, con directores de organismos culturales poco acostumbrados a manejar recursos amplios y algunos de sus asesores más cercanos. Eran quienes conformarían la Comisión Presidencial de Infraestructura Cultural. La antecedió en actos administrativos relacionados con cultura, sólo la designación del Asesor Presidencial, Agustín Squella, que tenía la misión de tramitar la ley que crearía el Consejo Nacional de la Cultura y de coordinar los diversos organismos culturales existentes en el aparato público, entre ellos esta comisión.

La Comisión constituyó una instancia inédita de coordinación de la cultura con ministerios de infraestructura como Obras Públicas, Vivienda y Urbanismo y Bienes Nacionales e incorporó, en condición de secretario ejecutivo, al Director del Centro Cultural Estación Mapocho con el objeto de aportar el factor gestión privada de un bien público a un comité integrado mayoritariamente por altos directivos de la administración pública y dos de sus asesores: Agustín Squella y Matías de la Fuente, que la presidió durante la primera etapa. Integraron la Comisión además la Directora de Arquitectura del MOP, Ivania Goles; la Subsecretaria de Vivienda y Urbanismo, Sonia Tschorne; la Subsecretaria de Bienes Nacionales, Paulina Sabal; el Asesor de la Sub Secretaría de Desarrollo Regional, Alexis Yañez; la Directora de la DIBAM, Clara Budnik y el Secretario Ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales, Ángel Cabeza.

Su misión contemplaba la realización de un levantamiento de lo existente, la definición de necesidades y prioridades de infraestructura, el estudio de costos y modalidades de financiamiento de las iniciativas y la elaboración de planes de gestión para cada lugar. “Las intervenciones de puesta en valor de espacios culturales ya existentes así como la generación de nuevos espacios, fueron condicionadas a la postulación de un proyecto de inversión que debía ser acompañado de un plan de gestión cultural y una entidad responsable de su operación”[9]

El criterio era llegar, considerando las prioridades fijadas por cada región, a cubrir la mayoría de las regiones en los próximos años, tomando en cuenta que allí donde exista infraestructura se pondrá gestión y dónde no la haya, se restaurará o construirá edificios.

Se harían aportes públicos centrales a través del Ministerio de Obras Públicas y regionales, a través del Fondo Nacional de Desarrollo Regional, más aportes privados para las obras y aplicar los criterios de gestión que se habían desarrollado durante los últimos diez años en el Centro Cultural Estación Mapocho, tanto en la propuesta a las autoridades regionales de cuales son los lugares más adecuados, como en la posterior gestión de los espacios terminados.

Dadas las magnitudes de las obras, la Comisión hizo un trabajo acumulativo, por etapas. Lo que se comenzó en 2001, fue consolidándose el año siguiente, mayoritariamente con proyectos de continuidad.

En su quehacer de tres años y medio, constituyó una red nacional de espacios culturales -Rednec- que congregaba a medio centenar de los responsables de espacios de todo el país; realizó tres seminarios anuales de capacitación e intercambio de experiencias; oriento a una Secretaría Ejecutiva con profesionales de la gestión cultural que asesoraron directamente la elaboración de planes de gestión de los espacios y supervisaron las inversiones en infraestructura que la Comisión recomienda y se operan a través de su unidad técnica, la Dirección Nacional de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas.

Párrafo aparte merece el trabajo de infraestructura que desde 2000 realizó la Sub dirección de museos de la DIBAM, con el objetivo de resguardar, conservar y difundir el patrimonio cultural y natural de Chile a través de los 23 museos que coordina.[10] Su culminación es el Centro Patrimonial Recoleta Dominica, que se recuperó entre 2000 y 2005, para acoger en once mil 800 metros cuadrados al Museo histórico Dominico, el Museo de artes decorativas y la Biblioteca Dominica. La primera etapa se entregó el 28 de noviembre de 2005. En 2006 se espera reinaugurar el antiguo museo pedagógico bajo el nombre Museo de la Educación Gabriela Mistral.

Es aventurado decirlo, pero estoy convencido de que el principal legado del gobierno del Presidente Ricardo Lagos en materia de cultura es la infraestructura de la que dotó al país. Y no es poco, porque bajo su gobierno culminó la creación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, que comenzó como Ministro del Presidente Patricio Aylwin en 1990, y se desarrollaron importantes acciones de participación en cultura como la Red de Bibliotecas Públicas y el programa de orquestas infantiles y juveniles.

El formidable impulso del Presidente Lagos a la infraestructura cultural chilena alcanzó también a iniciativas privadas. Un caso es el del ascensor El Peral del Cerro Alegre, en Valparaíso, que une la Plaza de Justicia con el Paseo Yugoeslavo. Un grupo de vecinos, encabezados por el matrimonio de la gestora cultural Verónica Abud y el empresario Alberto Cussen, decidieron recuperar el estilo arquitectónico acorde con su entorno y sus más de cien años de antigüedad y emprendieron la restauración de la antigua terminal superior del ascensor según proyecto arquitectónico realizado por el arquitecto Raúl Hayvar. Recurrieron a empresarios locales y finalmente el 25 de noviembre de 2000 se inauguró la remodelada estación gracias al financiamiento de Agunsa y la Compañía Chilena de Navegación Interoceánica, patrocinado por la Ley de Donaciones Culturales y gestionado por la Corporación del Patrimonio Cultural de Chile.

Otras decisiones pertenecen a municipios contagiados con la fiebre de la infraestructura como es el caso de La Cúpula que instaló en el Parque O´Higgins la Municipalidad de Santiago; el Espacio Gabriela en ex cárcel de La Serena que constituye uno de los grande proyectos del Alcalde Raúl Saldívar; El Museo Claudio Arrau, en Chillán, inaugurado a finales de 2005; el Museo de la Memoria en Peñalolén que se ha convertido en proyecto primordial del Alcalde Claudio Orrego; la remodelación de las antiguas estaciones del ferrocarril del Cajón del Maipo, en el Valle del mismo río, y el museo de la salud en el antiguo Hospital San José de Santiago.

Con la creación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, la infraestructura se convirtió en una de las líneas de Fondart.[11] Con ello se ganó en términos de ordenar el trabajo público, coordinándolo con el resto de los recursos concursables pero se perdió gran parte del eficiente trabajo de los profesionales de la Secretaría Ejecutiva especialmente en lo que se refiere a la asesoría en la elaboración de los planes de gestión y los seminarios de capacitación a la Red nacional de espacios culturales. Se trataba de un equipo único en la administración pública, de alto nivel académico, solvente experiencia y bien valorado. Se desaprovechó además la riqueza del trabajo colectivo de los integrantes de la Comisión que provenían de servicios públicos que normalmente no se sientan en la misma mesa con los servicios dedicados al tema cultural. El balance indica que tal carencia debiera ser asumida por la condición de órgano plural del Directorio Nacional del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.


3. Políticas de acceso, difusión y circulación de los bienes culturales.

Las políticas del Centro Cultural Estación Mapocho.

“La determinación del Presidente Patricio Aylwin de convertir el sitio en un gran centro cultural y preservar de paso su valor patrimonial fue una decisión atinada y visionaria, porque no poco de lo que acontece culturalmente hoy en Santiago tiene su sede en la ex Estación Mapocho... cuya orientación superior corresponde al directorio de una corporación, y cuya dirección ejecutiva ha instalado allí, exitosamente, un modelo de gestión abierto a actividades de muy diverso tipo, con vistas al autofinanciamiento del espacio a su cargo. Un modelo de gestión que no ha estado exento de críticas, pero que se ha sabido mantener con convicción, y que va desde la fiesta de cambio de gobierno, en 2000, hasta ... la despedida del Gato Alquinta; desde un concierto de Caetano Veloso a la Bienal de Arquitectura; desde la sede de la postulación al Fondart, en 2004, hasta lugar de la comida oficial de los líderes de los 21 países miembros de la APEC”.[12]

“¿Por qué la Estación Mapocho y no algún museo? Pocos lugares en Santiago tienen acceso transversal. Además, en otro espacio no puedo hacer lo de acá, donde me lanzo con el 30 ó 40 % costeado, para sumar en el transcurso de la muestra auspicios y financiamiento por concepto de entradas"[13]


Las actividades del Centro Cultural Estación Mapocho han permitido ofrecer a la ciudadanía una multiplicidad de alternativas de arte, cultura, entretención y reflexión y, al mismo tiempo, se han constituido en instancias de diversos estudios. Los resultados de éstos han permitido al Centro Cultural evaluar su gestión y conocer a sus audiencias. El seguimiento sistemático de las actividades y la definición de los diversos perfiles de público han sido encomendados al Observatorio del Público, que busca reforzar y ampliar los ámbitos de desarrollo de la gestión cultural en el país, sobre la base de la investigación. Allí se ha comprobado que, a lo largo del tiempo, ha ido aumentado el porcentaje de personas cuya visita al centro cultural es habitual, alcanzándose un porcentaje promedio de de 73% de fidelización del público.

El centro ha diseñado diversas estrategias para lograr captar un número cada vez mayor de público. Una de las más interesantes se refiere a la producción simultánea, en diferentes espacios interconectados entre sí, de actividades comerciales y culturales. Su realización ha demostrado tener un potencial de enriquecimiento de ambos tipos de iniciativas.

Entre los esfuerzos para elevar los niveles de acceso de la población de menores recursos a la oferta cultural, el centro ha dado cabida a actividades internacionales gratuitas como la mencionada Expo Cumbre de las Américas; la exposición itinerante de UNESCO Iberoamérica pinta; conferencias del científico Stephen Hawkins y el Dalai Lama; un concierto de la Orquesta Filarmónica de Israel, dirigida por el maestro Zubin Mehta o Escribiendo el sur profundo, encuentro literario con la presencia de la Premio Nobel Nadine Gordimer y otros escritores sudafricanos, australianos y chilenos.

Las cifras son elocuentes: hubo un total de 3.175 funciones escénicas entre 1995 y 2000; destacando 1.147 funciones en 1999, con un promedio anual de 529, esto es casi dos por día. De lejos, las manifestaciones escénicas se convirtieron en el principal actor del centro cultural, recibiendo también la más alta cifra de subsidios con cifras superiores a las 3 mil UF anuales, siendo Teatro a mil, desde su creación, el primer beneficiado entre los receptores de subsidios del centro a actividades culturales.

El centro asumió además en esa época la administración de una significativa parte de los proyectos teatrales apoyados financieramente por el Ministerio de Educación en su Programa nacional de teatro itinerante, haciendo un aporte a la gestión cultural de compañías que carecían de esa experiencia.

Según el Observatorio del Público, el nivel de fidelidad del público teatral bordea el 80% y es creciente. Esta cifra fue complementada con encuestas realizadas en otros lugares donde se desarrollaban manifestaciones teatrales en enero y en ellas el perfil del público coincidió con el del Centro Cultural Estación Mapocho. Por tanto, se puede afirmar que se ha logrado la creación de nuevos públicos o audiencias culturales, más allá de un lugar determinado.

El trabajo de creación de públicos no es un fenómeno aislado. “Las cifras de espectadores de teatro, aumentaron de 25 mil en 1989 a 61 mil espectadores de promedio mensual, en 1999; los conciertos, de 14 a 46 mil espectadores mensuales; y los recitales, de 32 a casi 77 mil espectadores por mes. Incluso el cine se ha recuperado de su crisis virtualmente igualando en 1999 los guarismos de 1989, dejando atrás la crisis de salas y espectadores”. [14]

Con el tiempo, se han ido consolidando en el Centro Cultural Estación Mapocho otras actividades culturales, especialmente crecientes en el terreno de las exposiciones. Este fenómeno se puede constatar comparando los días destinados a exposiciones de arte con las funciones escénicas. Haciéndolo, se constituye un cuadro que revela una tendencia a mantener el número de funciones mientras se incrementa el número de días destinados a exposiciones.[15]

El Estudio de intereses culturales[16] revela un crecimiento del público del Centro Cultural Estación Mapocho entre 1995 y 2005 en todos los sectores sociales, especialmente en los sectores medios, el C2, y altos, el ABC1 éste último, reflejo de la superación de una cierta desconfianza con que tales segmentos vieron en sus inicios la creación de este nuevo espacio que se ha consolidado como una de las cuatro principales edificaciones culturales de la ciudad. También el estudio deja ver un crecimiento mayor entre los hombres que entre las mujeres y entre los menores de 40 años. El aumento total de quienes han asistido al centro refuerza sus políticas de fidelización de audiencias.

Hasta el inicio de su operación regular, en 1995, no se conocían en Chile estadísticas culturales aplicadas a la gestión de un espacio cultural. Ese año se crearon tres mecanismos para conocer al público real o potencial al que serviría: el Observatorio del público; las Diez cifras y la Encuesta de intereses culturales.

El Observatorio del público realiza permanentemente encuestas entre el público de las diferentes actividades que ocurren en el Centro Cultural Estación Mapocho para arrojar perfiles de estos usuarios y sus niveles de fidelización con el espacio. Adicionalmente, efectúa encuestas de satisfacción con el servicio brindado, entre los clientes del centro.

Las Diez cifras constituyen, al final de cada año, el resumen y balance de las actividades reducidas a números: cantidad de asistentes; cifra de funciones escénicas; cantidad de días de exposiciones; jornadas destinadas a actividades comerciales y solidarias; dinero aportado por el Centro para subsidiar actividades culturales; monto de las inversiones en el edificio; volumen de los proyectos administrados por concepto de la Ley de Donaciones Culturales, y perfiles de público y niveles de fidelización del año su detalle desde 1995 y hasta 2004 es público.[17]

La Encuesta de intereses culturales fue iniciada en 1995 con el objeto de “determinar los hábitos y actitudes con respecto a música, cine, teatro, museos, danza, libros y exposiciones y descubrir el nivel de conocimiento de los lugares donde se ofrece actividad cultural y predisposición a acudir”.[18] Fue replicada en 2005, agregándose el objetivo de “determinar los cambios en los hábitos e intereses culturales de la población de Santiago, en los últimos 10 años y conocer el rol actual del Centro Cultural Estación Mapocho en la actividad cultural de la ciudad”.[19]

Ambas encuestas fueron administradas con similar metodología: un estudio cuantitativo, con entrevistas individuales y personales en el hogar de los entrevistados. La muestra en ambos casos alcanzó a alrededor de 630 personas, hombres y mujeres, de 15 a 74 años, de todos los niveles socio económicos a excepción del grupo E.

4. Acceso y nuevos públicos.
Recursos en $ según Presupuesto Nacional 2006

Red de Bibliotecas Públicas $ 2.295.994.000
Museo Interactivo Mirador $ 1.886.258.000
Orquestas Sinfónicas Juveniles e Infantiles $ 665.692.000

Estas tres iniciativas tienen en común el que están básicamente destinadas a crear nuevos públicos. Crear aficionados a la música en aquellas partes donde los niños y jóvenes no suelen serlo y carecían de oportunidades en este campo. Es reveladora una anécdota que narra que encuestándose a un obrero cesante de Curanilahue sobre su ocupación, respondió obviamente cesante. Entrevistado tiempo después el mismo obrero y en la misma condición, respondió: padre de músico. En el segundo momento su hijo formaba parte de una de las más de cien orquestas creadas en todo el país.

Luis Merino releva la labor de las orquestas juveniles e infantiles: “Hay que distinguir entre la educación mediante el arte y la educación para formar artistas. En el contexto de la educación mediante el arte, creo que las orquestas infantiles y juveniles son una iniciativa valiosísima y es en aquél que deben evaluarse. No me parece que sean vehículo para una formación profesional de músicos, pero sí se obtienen masas de niños sensibilizados con la música, que la conocen y disfrutan; las orquestas producen seres humanos enriquecidos a través de su contacto con la música”.

Estas tres iniciativas se complementan con los esfuerzos de otros organismos, especialmente centros culturales, que han desarrollado una política adecuada de gestión de la gratuidad y aprovechamiento integral de la infraestructura cultural. Por ahí parece ir el camino.

Septiembre 2006

[1] Jorge Orlando Melo, ex Director de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República de Colombia
[2] Darío Jaramillo, poeta, subgerente cultural del Banco de la República de Colombia. Seminario de Directores de Cultura de Bancos Centrales de América Latina Banco Central de Chile, Centro Cultural Estación Mapocho, 4 noviembre 2005.

[3] Dalí 2005 tenía precio para Público General ($ 2.500), para adultos mayores y estudiantes ($1.500), para Convenios ($ 500) y para organizaciones sociales calificadas ($ 0).
[4] Una fábrica abierta para el diálogo. Apuntes para una filosofía de la Red de Centros Culturales de América y Europa. Friedhelm Schmidt-Welle, Instituto Iberoamericano de Berlín en Revista Tablero del Convenio Andrés Bello. Bogotá, Colombia. 2005.
[5] La Red de Centros Culturales de América y Europa realiza encuentros periódicos anuales de responsables de centros culturales. Los ha efectuado en Madrid (2002), Buenos Aires (2003), Cartagena de Indias (2004), Santiago (2005) y programado para Berlín (2006), Lima (2007), Maracaibo (2008).
[6] Audiencias: la participación del público en el desarrollo cultural. Artes y Letras El Mercurio 8 de agosto 2004
[7] Justo Pastor Mellado. Coyuntura y especificidad. De la construcción de un público entendida como política pública. En Foro Internacional Paraguay. Los públicos: arte, consumo y espacio social: III Foro Internacional Paraguay 2003 edición de Adriana Almada. Asunción, Paraguay: Faro para las Artes, 2003.

[8] Ricardo Lagos. Presentación Memoria 2000-2003 Comisión Presidencial de Infraestructura Cultural. Gobierno de Chile. Santiago 2004.
[9] Sonia Tshorne. Presidenta Comisión Presidencial de Infraestructura Cultural. Prólogo Memoria 2000-2003 Comisión Presidencial de Infraestructura Cultural. Gobierno de Chile. Santiago 2004.
[10] Alan Trampe. Plan nacional para el mejoramiento integral de los museos estatales 2000-2006
[11] Ley 19.891, Artículo 30.- El Fondo se desglosará, a lo menos, en las siguientes líneas específicas de funcionamiento: …5) Desarrollo de Infraestructura Cultural. Destinado a financiar proyectos de construcción, reparación, adecuación y equipamiento de infraestructura cultural. Se otorgarán los recursos mediante concurso público. Los proyectos serán evaluados por Comités de Especialistas.
[12] Squella Narducci, Agustin, 1944-.El jinete en la lluvia : la cultura en el gobierno de Lagos / Agustin Squella. 1a. ed. -- Santiago de Chile : Aguilar Chilena de Eds., 2005 (Santiago : Quebecor World Chile) 430 p. ; 24 cm.
[13] Marisol Pareja, Directora de Unomundo Producciones responsable de las muestras Dalí 2005 y Los tres grandes de España. El Mercurio, 23 de marzo 2006
[14] Instituto Nacional de Estadísticas. Cifras Nacionales de Consumo Cultural 1999
[15] Fuente: Centro Cultural Estación Mapocho.
[16] Adimark, Estudio Intereses Culturales Junio 2005
[17] http://www.estacionmapocho.cl/
[18] Adimark. Estudio de Intereses Culturales. Octubre 1995.
[19] Adimark. Estudio de Intereses Culturales. Junio 2005

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